Trastornos digestivos funcionales

Fuente : Nutriactis/Hospital Universitario de Rouen-Normandie

  • Definición
  • Datos sobre los trastornos digestivos
  • Cuales son los vínculos entre los trastornos digestivos, los trastornos de laconducta alimentaria y la obesidad?
  • Mecanismos asociados
  • Recomendaciones
  • Conclusión

Definición

Los trastornos digestivos funcionales (TDF) son un grupo de trastornos cuales pueden llevar a síntomas gastrointestinales crónicos (recurrentes) a pesar de la ausencia de anomalías en el organismo del individuo.
Los TDF son distintos de la enfermedad inflamatoria intestinal (colitis ulcerativa y enfermedad de Crohn) por la ausencia de inflamación y lesiones intestinales asociadas.

Los TDF incluyen los trastornos funcionales esófagicos, los trastornos funcionales gastroduodenales e intestinales, los dolores gastrointestinales mediados por el sistema nervioso central, los trastornos de la vesícula biliar y del esfínter de Oddi y trastornos anorrectales (Figura 1).

Datos sobre los trastornos digestivos

Recientes estudios llevados en 26 países han demostrado que más del 40% de la población general padece al menos un trastorno digestivo funcional. La prevalencia de los TDF en las mujeres es 49%, frente a 37% para los hombres. De hecho, las mujeres son mas susceptibles. Los TDF se pueden manifestar temprano en la vida, como lo demuestra un estudio según el cual el 21% de los niños de 4 a 10 años y el 27% de los adolescentes de 11 a 18 años padecen un TDF. Los TDF predominantes son : estreñimiento funcional (21%), dispepsia funcional (7%), proctalgia fugaz (6%), diarrea funcional (5%), síndrome del intestino irritable (4%).

Cuales son los vínculos entre los trastornos digestivos, los trastornos de la conducta alimentaria y la obesidad?

Los trastornos digestivos funcionales son muy frecuentes en quienes padecen trastornos de la conducta alimentaria u obesidad. Un estudio determinó que el 83% de los pacientes con un TCA, también padecían TDF, siendo los predominantes : dispepsia funcional (45%), síndrome del intestino irritable (41%), dolor torácico funcional (22%), trastornos intestinales funcionales sin clasificación (24%) y incontinencia fecal (15%).

  • Un aumento del índice de masa corporal (IMC) ha sido asociado a un mayor riesgo de TDF. Los pacientes que padecen obesidad suelen sufrir en mayor medida de dolor de estómago, náuseas y vómitos, y acidez estomacal.
  • Por supuesto, se puede padecer TDF sin tener TCA ni obesidad, pero la presencia de TDF justifica el despistaje de TCA y obesidad.

Mecanismos asociados

  • Por definición, no hay anomalías estructurales que expliquen los TDF, pero se han sugerido varios mecanismos quienes conllevan a la desregulación del eje microbiota-intestino-cerebro para explicar los TDF. Una perturbación de la motricidad (conjunto de contracciones musculares) y del tránsito intestinal, un aumento de la permeabilidad intestinal pero también una inflamación de bajo grado, una activación de la respuesta inmune y una hipersensibilidad visceral, asociados a una disbiosis de la microbiota intestinal (desequilibrio de la flora intestinal) son tantos mecanismos que podrían estar implicados en los TDF (no dudan en consultar nuestro boletín sobre la microbiota).
  • Muchos estudios coinciden en señalar una disbiosis de la microbiota intestinal en pacientes con TDF y parece que ciertas especies bacterianas de la microbiota se han asociado con la TDF.
  • También se observa una disbiosis de la microbiota intestinal en pacientes que sufren ansiedad, depresión, pero también TCA y obesidad, que son patologías frecuentemente asociadas con TDF. Mecanismos similares están implicados en estas enfermedades.
  • Actualmente, no existe consenso en los estudios científicos sobre el orden de aparición de los síntomas, es decir, el estrés o la ansiedad repetidos podrían inducir la aparición de TDF y viceversa.

Algunos estudios también sugieren que ciertos comportamientos asociados a los TCA, como los vómitos, el abuso de laxantes y la restricción alimentaria, pueden influir en el desarrollo de los TDF y, a la inversa, algunos TDF, como los trastornos motores, pueden agravar los síntomas típicos de los TCA, como la pérdida de apetito, los vómitos autoinducidos, la disfagia, el estreñimiento y la distensión abdominal.

Recomendaciones

  • Para limitar el impacto de los TDF, sobre todo en la calidad de vida, la dieta puede contribuir en gran medida. Un estudio reciente reveló que los síntomas de TDF pueden verse favorecidos por ciertos alimentos, como el picante (80%), la leche de vaca (54%), la pizza (52%), los refrescos azucarados (42%) y el queso (36%). Los alimentos que instintivamente evitan las personas que padecen el síndrome del intestino irritable son los alimentos grasos, los productos lácteos y los hidratos de carbono (pan, pasta, pasteles…).
  • Otro estudio de la literatura científica ha demostrado que el aumento del consumo de pescado puede limitar la aparición de los síntomas asociados a los TDF, pero estos datos deben confirmarse en una población más amplia. Numerosos estudios han investigado la relación entre el consumo de FOODMAPs (carbohidratos pequeños que son mal absorbidos por el intestino delgado y no se digieren fácilmente) y los TDF, pero actualmente no hay pruebas suficientes para concluir que existe una asociación.

Conclusión

  • Los TDF son numerosos y afectan gran parte de la población. Desafortunadamente, aún no existen recomendaciones claras sobre la dieta que debe adoptarse en caso de TDF. Siendo que los estudios sobre el consumo de alimentos requieren mucho tiempo y son complicados de realizar, no existe consenso actualmente. Sobre todo porque los TDF engloban muchos síntomas diferentes y no afectan a todos los individuos de la misma manera.
  • Algunos estudios ofrecen resultados preliminares sobre el impacto de la dieta en los síntomas asociados a los TDF, pero es necesario realizar más estudios en una población amplia para confirmar dichos resultados. Para mejorar la calidad de vida de los pacientes con TDF, se puede elaborar una lista de los alimentos consumidos antes de la aparición de uno o más síntomas para identificar, a largo plazo, los alimentos que presentan un riesgo particular.